La llegada del Coronavirus ha modificado la manera de vivir de las personas implicando nuevas formas de convivencia y de manejo de las emociones y vínculos.
La llamada ‘nueva normalidad’ es un término que tiene sus orígenes luego de la crisis del 2008 y posteriormente utilizada luego de la aparición de la pandemia causada por el virus Sars-Cov2 (COVID19). En este sentido, se ha utilizado para expresar una serie de cambios que afectan a la economía, las finanzas como también así, el comportamiento social que -producto de todo lo sucedido – van a modificarse de forma cotidiana y más o menos, persistente luego de la crisis. Hoy se utiliza exclusivamente para definir el comportamiento luego de la Pandemia post Coronavirus.
En lo personal, no considero que la economía y las finanzas sean un tema tan diferente del comportamiento humano y la dimensión social o emocional del cambio. Más allá de las emociones en sí, creo que lo que se tiene que considerar es que en el fondo de todas las actividades humanas y todo se reduce a cómo afecta la situación de la pandemia en lo personal, y de qué manera se modifica nuestra conducta.
En este sentido, la Organización Mundial de la Salud publicó un documento llamado “Consideraciones para Ajustar Las medidas Sociales y de Salud Pública para una reapertura gradual durante el Covid- 19”. En él, se presenta un modelo de “Jerarquía de controles” sobre las medidas recomendadas a implementar en los espacios de comercio y laborales.
En primer lugar, el “Distanciamiento físico llegó para quedarse en los espacios públicos, empresas y comercios”. Todo lo que puede realizarse a distancia pasaría a esta modalidad, evitando la concentración de personas en los lugares.
Desde una dimensión emocional, hoy en la fila de cualquier cajero o el supermercado, hay una sensación de desconfianza en el otro: el otro se convierte en un extraño del cual desconocemos su estado de salud. No es infrecuente que los pacientes manifiesten que les genera temor de enfermarse y por eso rehúyen reuniones sociales y eventos.
Por otra parte, el documento recomienda “Controles de ingeniería” que se refieren básicamente a la necesidad de readecuar los espacios físicos para crear barreras entre las personas. En este sentido, se comienzan a ver vidrieras de policarbonatos, nylons estirados en los mostradores, barreras físicas en los comercios, líneas en el piso señalando en dónde se debe parar las personas, etc.
Así, los lugares por los que se transita en los que haya aglomeración de personas podrían comenzar a tener cada vez más indicaciones que se deberán observar para poder dar cumplimiento. En parte esto afecta la manera en la que se circulaba de forma despreocupada: bancos, supermercados, edificios públicos podrían comenzar a tener circuitos de circulación.
También la aparición de “Controles Administrativos” es otro punto que detalla el documento de la OMS, es decir, la aplicación de medidas en los ámbitos de trabajo que deben redistribuir a los empleados y el tiempo de las jornadas.
En lo personal es posible que debamos adaptarnos a nuevos horarios y pasar algunas de las actividades a la modalidad del teletrabajo. También, la rutina familiar no va a volver a ser la misma si se piensa que los lugares de trabajo de los adultos implementarán estas medidas y que además esto afectará la forma en la que los chicos iban a atender a clases, por lo que es muy difícil pensar cuál va a ser la manera en la que se van a adaptar las familias. La rutina es algo importante para el funcionamiento de la familia porque establece límites y pautas a partir de las cuales funcionan todos sus miembros, solo nos queda adaptarnos a esta situación.
El último Ítem de la lista es la “Utilización de elementos de protección personal”. El barbijo o tapabocas poco a poco se va naturalizando, así también como el uso de guantes para cierto tipo de actividades que podría involucrar el contacto con aerosoles generados por el sistema respiratorio o fómites (objetos inanimados que actúan como intermediarios en el contagio de la enfermedad, por ejemplo el picaporte de la puerta o un pasamano). Es así que las personas tendrán que acostumbrarse a la utilización de esos elementos personales.
En este sentido, y teniendo presente la idiosincrasia de los argentinos, puede existir una mayor dificultad para adaptarse sobre todo a esa recomendación, por esa naturaleza “rebelde” que a veces juega en contra, quizás por vergüenza, o por mostrarse ‘transgresores’ la realidad es que si no nos cubrimos la boca no solo nos exponemos a contagiarnos uno mismo de la enfermedad, sino que en el caso que se esté en una fase asintomática, se podría contagiar a terceros o hasta a los seres queridos más cercanos.
¿Qué va a pasar con los abuelos?
La población mayor de 60 años tiene, a mi modo de ver, dos grandes desafíos. Por un lado, adaptarse a trabajar o realizar trámites, consultas médicas, pedidos, compras de forma on-line. Esto supondrá una gran capacidad de adaptación que no todos los abuelos tienen, por lo que en ocasiones, van a tener que recurrir cada vez más a sus figuras de apoyo, nietos afectuosos que los acompañen y los ayuden con las tareas o algún familiar que tenga la capacidad de comprometerse. El desafío estará en que nuestros abuelos no se sientan “fuera del mundo”.
Y ese es también el segundo desafío: la incomodidad con el funcionamiento virtual, la necesidad de permanencia en el domicilio y evitar en la medida de lo posible, el contacto social es algo muy duro para el adulto mayor. En este sentido, será nuestro deber mostrarle a las personas mayores que estamos siempre para escucharlos y acompañarlos, tendiendo una actitud proactiva con sus necesidades. Esta población tiene mayor riesgo de desarrollo de depresión por lo que es importante que se esté muy atento a su estado de ánimo y su nivel de actividad.
Por último, es importante pensar que todo esto es un ejercicio de imaginación ya que no se puede predecir de forma certera, cómo será todo una vez pasada la pandemia. De cualquier forma es importante tener la capacidad de ser ‘abiertos’ a adaptarnos y poder seguir adelante con nuestra vida de la mejor manera posible.
Por: Dr. E. Arias Van Lierde. Médico Psiquiatra. Mp: 9286 Director de “Bienestar en línea”